sábado, 4 de agosto de 2012

Zapatos nuevos



Uso los mismos zapatos desde hace cuatro o cinco años. No los he renovado no por falta de dinero, en realidad, es que aún funcionan perfectamente. No veo por qué adquirir unos nuevos. Se ven bastante presentables todavía. Mi madre insiste en que compre otros, que esos que tengo ya están feos; que se romperán pronto; que tienen hormigas; que dan vergüenza; que están viejos; que tienen la culpa de todas las catástrofes mundiales. Creo que el uso moderado que les doy los ha mantenido en buen estado. Incluso estoy sorprendido de su resistencia. Pero no se trata de no comprar zapatos nuevos, ni de ahorrar dinero, ni de si aún sirven o no. Para mí, escoger un calzado que me guste es casi imposible. Siempre he terminado comprando algo que al final me he puesto porque no tengo otra cosa. Elegir un par es una odisea. Envidio a las personas que no se lo piensan tanto. Llegan a la tienda, escogen unos converse, como un millar de personas más, y asunto arreglado. Yo solo con echar un vistazo unos treinta segundos sé si en verdad compraré algo, o será mejor seguir buscando en otro sitio. Por eso no me agrada la idea de los zapatos nuevos, incluso antes de ir ya sé que ninguno me gustará. Quizá algún día encuentre una tienda en donde vendan zapatos que me gusten. Mientras eso pasa, seguiré escogiendo solamente para no andar descalzo. Me voy a comprar unas botas de hule y me dejaré de estupideces.

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