jueves, 2 de agosto de 2012

El mundo cambiaría



Extracción del filme Sacrificio de Andréi Tarkovski

Érase una vez, hace mucho tiempo, un viejo monje que vivía en un monasterio ortodoxo. Su nombre era Pavme. Y una vez él plantó un árbol estéril en una ladera, como este de aquí. Después le dijo a su joven pupilo, un monje llamado Ioann Kolov, que debería regar el árbol cada día hasta que regresara a la vida. En fin, temprano cada mañana Ioann llenaba una cubeta con agua y salía. Él subía la montaña y regaba el árbol marchitado y en la tarde cuando la oscuridad había caído regresaba al monasterio. Él hizo esto por tres años. Y un día, él subió la montaña y vio que todo el árbol estaba cubierto de retoños. Digan lo que digan, un método, un sistema, tiene sus virtudes. ¿Sabes? A veces me digo a mí mismo, si cada día, a exactamente la misma hora, uno fuera a realizar el mismo acto, como un ritual, sin cambio, sistemático, cada día al mismo tiempo, el mundo cambiaría. Sí, algo cambiaría. Debería hacerlo. Uno podría levantarse en la mañana, por ejemplo, exactamente a las siete, ir al baño, llenar un vaso de agua de la llave, y echarlo por el retrete. ¡Solo eso!

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