sábado, 12 de enero de 2013

Al diablo con el vecino



Los momentos más desagradables ocurren cuando uno menos los espera. He estado solo en casa y era mi oportunidad para escuchar a Led Zeppelin a un volumen considerablemente más alto que en unas pequeñas bocinitas que tengo en el cuarto, las cuales uso poco. No acostumbro escuchar música si no es por auriculares; siempre estoy con el pendiente de no perturbar al prójimo. Estoy consciente de que mis gustos musicales pueden no ser del agrado de los demás bípedos con los que comparto este planeta. Pero ahora resulta que el vecino también escucha a Led Zeppelin; realmente una catástrofe; una tristeza. Me ha echado a perder la semana. Ya no podré escuchar más a los Zepp. Qué va a pensar este sujeto que a medianoche canta canciones de metal, y que se asemeja más a alguien que está sufriendo de un terrible dolor estomacal que a un buen cantante. Se va a imaginar que le he igualado y que porque él los escucha ahora yo también. Pensará que padezco alguna clase de esnobismo. Jamás volveré a escuchar los gloriosos riffs de Jimmy Page sonando por toda la casa. Una lástima. Pero no todo está perdido, aún puedo escuchar otras cosas, a no ser que repentinamente también le nazca un amor por otras bandas que escucho.

Al diablo con el vecino, mañana Stairway to Heaven se escuchará por todo el vecindario.

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