Soy de aquellos dibujantes que dejaron de ser dibujantes. No sé en qué momento de mi vida ocurrió, simplemente dejé que sucediera, no luché por conservar ese talento que me pertenecía y era tan mío como los diez dedos que llevo en los pies. Un día dibujaba a mares y al siguiente no volví a colocar la mirada en una hoja blanca. Antes el vacío cálido y claro de una hoja de papel en blanco me atraía y ahora me causa pavor. Ya no suelo tomar los lápices como antes, dejé de usarlos para trazar garabatos amorfos y empecé a usarlos para escribir números a montones. Tanto grafito desperdiciado, qué tristeza, una tragedia colosal. Debería comenzar de nuevo, volver a dibujar, ya he olvidado lo qué sentía al hacerlo, una parte de mí murió sin que yo hiciera algo al respecto.
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Es hora de que comiences hacer algo al respecto. Al menos yo siempre he estoy esperando a que me dibujes.
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