jueves, 19 de septiembre de 2013

Al diablo con el vecino (2)



Antes de comenzar esta entrada, que tiene la única finalidad de quejarme de mi vecino, lea esta otra por si no se enteró: Al diablo con el vecino.

Después de lo que sucedió en aquella ocasión, las cosas habían marchado con tranquilidad, parecía que la fiebre por Led Zeppelin había desaparecido de la mente de aquel ser extraño, y ahora yo podría volver a escucharlos cómodamente, la opinión de dicho sujeto me importaba poco o nada. Pero vamos, la situación no pudo haber mejorado así, de la nada, sin motivos, las cosas no se podían solucionar así tan fácil, no, la tranquilidad no me sería devuelta tan fácil, todo era una simple ilusión, una que tenía ganas de quedarse y que al final se terminó yendo al demonio. Hace un par de semanas, mientras lavaba un vaso, escuché a lo lejos a Pink Floyd, ¡no puede ser! ¿Ahora escucha Pink Floyd? ¿Cómo ha ocurrido eso? ¿Acaso está intentando molestarme? No me molesta que otras personas escuchen la misma música que yo, incluso me emociona encontrar a otros que gusten de las cosas que me agradan. Pero este sujeto no, ¿cómo es posible?, si antes escuchaba  alguna especie de metal o cosa parecida. No lo merece, no puede estar escuchando a Pink Floyd. Ya sé cómo es que ha ocurrido tan incómoda coincidencia. A este sujeto se le dio por aprender a tocar guitarra, y seguramente  estuvo empapándose de "conocimientos musicales" y buscó algún top de "mejores solos de guitarra", imagino que por eso es que ahora le ha nacido el gusto por Stairway to Heaven o Comfortably Numb, maldito subnormal. Seguramente jamás puso atención cuando yo escuchaba Animals o Dark side. Si ahora se me da la gana escucharlos probablemente crea que yo lo estoy imitando, que me he copiado, que soy un idiota que no tiene gustos propios. Este sujeto ha aniquilado mis ganas de escuchar música a alto volumen, ahora solo me queda esconderme en los audífonos, y probablemente siga así, no quiero que ahora coja el gusto por alguna otra banda que a mí me agrada, no quiero que un día de estos esté escuchando a The Smiths. Tus fechorías han llegado a su fin, desagradable vecino.

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