jueves, 7 de febrero de 2013

No sé


No sé cómo se llama. La veo seguido. No sé si habla, pero estoy casi seguro de que sí, pues alguna vez le vi charlando con un sujeto sobre algo de poca importancia. No sé si come o solo bebe agua. Intuyo que los viajes en autobús no son lo suyo. He tenido la oportunidad de compartir asiento, pero guardo la distancia, prefiero no molestar. No sé dónde vive. Me cae bien. Ni siquiera la conozco. Espero nunca conocerla más allá de las vistas esporádicas. Me ocurre que mientras más conozco a las personas cercanas, menos las aprecio. Con las buenas personas no ocurre lo mismo; cuando uno conoce a un ser escaso como esos, mientras más se les conoce más se les quiere. No sé si le gustan las bicicletas o prefiere los automóviles. No quiero saber sus gustos musicales o su pasatiempo favorito; si le gustan los gatos o los perros; si ama la sopa o la detesta; si se ducha seguido o lo hace una vez al mes. No sé si me atrae la duda o la certeza. No sé si observa la vitrina o está dentro de ella; solo sé que me cae muy bien y ni siquiera la conozco. Sé que me agrada. No es amor ni nada de eso. No sé cómo se llama, aunque su nombre es lo menos importante.

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