A muchos les podrá agradar el olor a uva, pero a mí no. ¿Y a qué viene esto? Las últimas semanas me ha tocado compartir asiento con mujeres que huelen a uva y ha sido una verdadera tortura (vaya suerte la mía, tres en una misma semana), incluso me pasó por la mente la idea de cambiar de asiento pero concluí que era demasiado drástica. Bastaba con abrir un poco la ventanilla y soportar no más de una hora. Si uno se decide a soportar el sufrimiento tarde o temprano se acostumbra, cosa que no es buena para la salud ni para el espíritu. Hace algunos días hasta se dio la combinación de una chica que olía a uva y vestía de morado. Por dentro yo no sabía si reír, llorar o ambas cosas. Y vamos que olía, era el olor más penetrante de todo el universo. Podría jurar que además del perfume, usaba un champú que también olía a uva. Me estaba destrozando el olfato y hasta alguna lágrima escurrió por mi mejilla izquierda. Estuve tentado a preguntarle a qué se debía su terrible elección de fragancias. Había pensado en decirle que si se trataba de combinaciones, un amarillo-vainilla era una elección más acertada, al menos para mí, aunque quizá estoy más equivocado que ella a la hora de elegir perfumes.

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