jueves, 17 de octubre de 2013

El autobús de los destinos inciertos


Ahora que voy de madrugada a la escuela tomo un autobús diferente del que normalmente tomaba, este es reducido, muy incómodo y se encuentra en unas condiciones bastante cuestionables. Pareciera que en cualquier momento va a estallar o desviarse y terminar en el fondo de un barranco. En esa pequeña jaula de lámina y cristal ocurre algo extraño, al principio no le había prestado atención, pero con el transcurrir de los días me percaté de ello. Todo el mundo sube, paga y no dice su destino. No es que yo haya viajado por muchos lugares y tomado nota, pero hasta donde sé, cuando uno aborda el transporte público y este no cuenta con sujetos que se dediquen a pasar por los asientos a cobrar, entonces uno sube, le paga al señor conductor y le haces saber tu destino, y no porque a este le interese a dónde diablos nos dirigimos, sino porque así sabe cuánto debe cobrarnos. Pero aquí no, aquí todos suben y solamente pagan, un comportamiento que me resulto bastante extraño. Este misterioso hombre que conduce parece conocer hacia donde se dirigen todos y cada uno de los pasajeros que abordan el autobús, y uno pensaría que se da cuenta al ver cuánto le han pagado, pero esto sería bastante fastidioso, mira que encima de cobrar ahora andar adivinando, pero este sujeto ni siquiera presta atención al monto que le han pagado, uno podría darle un peso y no se inmutaría en lo más mínimo, estoy seguro. Yo soy el único que dice su destino, pero he estado considerando la posibilidad de omitirlo, no sé, pareciera que no es necesario. Además siempre soy el primero en bajarme, nadie lo hace antes, tal vez estas personas no van a ninguna parte, tal vez por eso el silencio, tal vez por eso omiten el destino, porque no existe, por que nadie busca llegar a un sitio. Debería quedarme hasta el final de la ruta y averiguar qué está sucediendo, pero a la vez quiero dejarlo así como está, que continúe el misterio para mí.

2 comentarios:

  1. El misterio siempre es bueno, permite que la fantasía exista.

    No sé cómo lo haces pero siempre que te leo hay una especie de calma en mi alma.

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    1. Será mejor que deje todo como está. Podría llevarme una gran decepción.

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