Una mujer hermosa aborda el autobús. Se dispone a contemplar el espectáculo que suponen las calles y su misticismo. Pasan algunos minutos. Ahora sube una mujer de belleza singular, mira hacia todos lados en busca de un asiento vacío y decide sentarse junto a la mujer hermosa. Una mujer hermosa comparte el asiento del autobús con una mujer bellísima. Un evento inédito. El vehículo comienza a tambalearse y el cielo se nubla un poco. Después de algunos instantes el autobús empieza a desintegrarse y esparcirse, como arena en el viento; algunos pasajeros salen disparados por la ventanilla y otros cuantos quedan congelados. Incluso a algunos les explotan los oídos. El transporte está hecho polvo. Las féminas se saludan con un hola domesticado y el mundo se despedaza, como si estuviese dentro de una licuadora universal.
viernes, 8 de marzo de 2013
viernes, 1 de marzo de 2013
Me duelen los brazos
Me duelen los brazos; me duelen, y no puedo hacer nada. Siento un dolor intenso, que se vuelve más y más agudo con el transcurrir de las horas. El clima es frío y hace que me duelan más los brazos. Realmente me duelen. Cargar con millones y millones de microbios algún día me tenía que pasar factura. Uno no puede andar por la vida recogiendo microbios del aire y terminar riendo; cuando menos de un catarro no te salvas. Pero yo no tengo un catarro, ojalá así fuera, pero no, a mí lo que me pasa es que me duelen los brazos, y mucho. Tejeré un suéter para que se me quite el dolor de brazos, aunque primero aprenderé a tejer y luego, luego haré el suéter. Estos brazos me están matando.
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