viernes, 30 de noviembre de 2012

Kilómetros que con nada riman


Esa es ella, una chica de caminar discreto y apresurado; con el cabello hasta los hombros y la sonrisa escondida. Tal vez la he confundido, como el millón de veces anteriores.

Basura mágica

Los botes de basura son mágicos. Contienen una inmensidad de objetos que uno no había depositado allí; solo aparecen. Vienen de distintas partes del planeta y del universo. En Australia alguien pierde un bolígrafo y repentinamente aparece en tu bote de basura. 

Es un suceso extraño, pero que ocurre realmente. Los objetos que pueden encontrarse varían desde un sujetapapeles hasta un Ferrari si se tiene suerte. 

Después de que uno recupera algo de valor de la basura debe vaciar el depósito para que el efecto vuelva a funcionar. Tampoco se debe mantener por mucho tiempo con la misma basura, a lo máximo un mes, si no, corremos el riesgo de que pierda su cualidad. 

Los botes de basura son preciados, uno debe cuidarles como a una mascota.

No cierres los ojos



Evito al máximo cerrar los ojos. Millones de cosas pueden ocurrir en el instante en que uno cierra los ojos; y no precisamente cosas buenas. Es poco probable que al abrirlos de nuevo uno vaya a encontrarse un Ferrari o un pastel de chocolate. No, la vida no sucede así. Por un momento tienes un vaso lleno de jugo de naranja enfrente, luego parpadeas y al abrir los ojos el jugo se ha ido junto con el vaso e incluso la vajilla entera. No hay que cerrar demasiado los ojos. Podríamos estar desperdiciando valiosísimo tiempo que nos sería de utilidad a la hora de esquivar rocas inesperadas.

Está a nuestras espaldas


He oído a la gente hablar acerca de demonios internos. Imagino que también llevarán el infierno en su interior. Por eso la tendencia a ingerir hielo; por eso la búsqueda desesperada de amores pasajeros. Intentan llegar al fin del mundo, cuando siempre ha estado a sus espaldas.

Hay un monstruo debajo de mi cama


He perdido una gran y variada cantidad de artículos, entre los que se encontraban tres pares de zapatos, una sandalia e incluso una billetera. Pude notar como uno a uno los objetos de la habitación fueron desapareciendo; primero la lámpara, luego un lápiz y no podrían faltar los calcetines. Mientras transcurren los días la habitación se hace más espaciosa. 

      Las desapariciones no son por descuidos míos o por culpa de un ladrón. No, es otra cosa, un monstruo, una bestia que habita debajo de mi cama la cual sobrevive allí alimentándose de todo tipo de objetos. Vivir debajo de una cama es demasiado incómodo, por lo que imagino que posee una adaptabilidad y una resistencia increíbles; yo no sobreviviría allí ni siquiera un día.

      He pasado noches en vela. Temo despertar un día y encontrarme con que la habitación completa se ha esfumado junto con todo lo que contenía. Por el momento he optado por comprar semanalmente dos pares de sandalias para contener el hambre de aquello que vive debajo de mi cama.

No tiene nada de especial


Conducir un automóvil no tiene nada de especial: uno sigue siendo el mismo idiota detrás del volante o caminando en la calle. 

La melancolía


La melancolía es un pequeño animalillo que se adhiere a las partículas de polvo. Se inhala por la nariz y sin percatarse uno del hecho, el cuerpo ha sido invadido por la enfermedad de la tristeza permanente.