Estoy parado en una isla. A lo lejos se puede ver un barco. La voz me es insuficiente para alertar a la tripulación de mi presencia. Voy a ser náufrago por un buen tiempo. Allí hay una palmera. Será mejor que beba algo. El calor es sofocante. Esa roca puede servir para volar o quizás me termine hundiendo en el río. La arena me deja ciego. ¡Qué calor hace! Parece que estoy el infierno. ¡Vamos, ni siquiera he estado en el infierno! ¿Cómo es posible que sepa qué se siente estar allí! Esa gaviota debe saber la respuesta. Se fue volando. Seguro fue a buscar a sus amigos. Me gusta ver a las aves volar. Tendré una fiesta con pájaros, ¡genial! Ahí viene un mapache. Se convierte en mago. Levanta su varita y apunta al cielo. Las nubes giran. El cielo se vuelve rojo. Parece que éste será mi fin. Cae una hoja. Tomo un lápiz y le saco punta. No escribe. Por más que intento no logro trazar ninguna línea. Qué sucede conmigo. La hoja está manchada. La hago bolita... Despierto y sigo, durmiendo.