Él no sabía bailar. Ella: no estoy seguro. Se quedaron ahí, parados. Días, meses, años. Uno enfrente del otro. La mirada fija y cuidando la respiración. Y es así como inició el primer bosque...
—Qué haces ahí, parado en medio del monzón. Tú y tu paraguas a mitad de la nada.
—Observo al antílope y al guepardo: animales más rápidos que el rayo. Como dejan que las gotas que lleva el viento rocen sus cuerpos. Por un instante son uno con el universo.